viernes, 28 de noviembre de 2008

Mientras esperamos a la fusión, propuesta de plataforma por una oferta hostelera en Osakidetza

Me han envíado la propuesta de plataforma por una oferta hostelera en Osakidetza, realizada por un médico de familia.

UNA MODESTA PROPOSICIÓN PARA AMPLIAR LA OFERTA HOSTELERA EN OSAKIDETZA

Estimados compañeros:

En el transcurso de los últimos meses, enfrentado a la soledad de mi consulta, se han ido acumulando en mi mente (en el lugar originalmente destinado a las exigentes demandas de la medicina basada en la evidencia) un conjunto de pensamientos, que como las blancas nubes que nos prometen el frescor de un chaparrón primaveral, pero que después desaparecen sumiéndonos en una ardiente desazón, pueden parecer baldíos y estériles.
En todo caso, siempre dispuesto a mejorar nuestras condiciones de trabajo así como la calidad de la asistencia que ofrecemos a nuestros congéneres, me veo obligado a compartir ciertas reflexiones con vosotros.

Como sabéis, el paradigma de la medicina actual es el modelo bio-psico-social, en el cual consideramos al individuo como un todo, donde no sólo los factores biológicos, sino también los psicológicos, sociales y medioambientales interactúan e influyen en la salud.Siguiendo este modelo, la atención primaria pretende dirigirse al individuo, pero también a las familias y comunidades, integrando la promoción de la salud, prevención y curación de enfermedades, rehabilitación e integración, …siempre desde la evidencia científica.

Este concepto de salud y de atención primaria nos lleva a asumir un número cada vez mayor de tareas y responsabilidades, abarcando prácticamente todas las facetas de la vida de nuestros ciudadanos.

Así, somos capaces de realizar un diagnóstico prenatal, anticipando y muchas veces solucionando los más precoces problemas de salud del futuro ser humano, antes incluso de abandonar el vientre materno. Supervisamos el embarazo, el parto y el puerperio; asesoramos (a través de la planificación familiar) a los sujetos incluso en los aspectos más íntimos de su vida. Tratamos a las mujeres (isoflavonas, calcio, THS,…) en su agitada y angustiosa singladura climatérica.

Controlamos a los enfermos crónicos, ya sea en la frialdad de la consulta o en el más cálido ámbito doméstico, con exhaustivos y rigurosos exámenes médicos e innumerables pruebas complementarias. Instauramos tratamientos farmacológicos y determinamos su alimentación, llegando incluso a establecer, mediante sesudos estudios aleatorizados y meta-análisis, si es más saludable comerse los huevos cocidos abiertos por su lado más ancho o por el más estrecho.

Hacemos también el control del niño y el adulto sano. Atendemos al ciudadano en sus miedos y ansiedades, tribulaciones familiares y laborales, escuchando, aconsejando y aliviando, sin olvidar por supuesto las esporádicas enfermedades que surgen de vez en cuando.

Las demandas crecientes de la sociedad (en sinergia con nuestra vocacional filantropía) nos llevan a asumir nuevas áreas, hasta ahora en manos de otros estamentos: violencia de género, atención a las personas con trastornos de identidad de género (TIG), etc.

Algún necio puede pensar que el periplo vital de nuestros pacientes cada vez se parece más a un gulliveriano viaje de Lilliput a Alma Ata. Yo en cambio, opino que podemos llegar aun más lejos.

Teniendo en cuenta lo expresado anteriormente; que entre los objetivos de todo sistema sanitario se encuentran la eficiencia en la gestión, la viabilidad y la equidad; teniendo en cuenta que una atención primaria de calidad debe ser integrada e integral, modestamente os propongo, por una atención integral de salud:

CREAR UNA OFERTA DE HOSTELERÍA EN NUESTROS CENTROS DE SALUD Y AMBULATORIOS.

Sí, ya se que la idea no es del todo original y que sigue caminos ya trillados por nuestros gerentes hospitalarios y la industria farmacéutica. Ya se que los escépticos responderán con un estruendoso “sólo faltaba que les pusiéramos el café”. Nada más lejos de mi intención que enturbiar la paz de las víctimas del burn-out.

Si lo pensamos detenidamente (dejando de lado la natural tendencia al rechazo motivada por nuestra adhesión a los protocolos y guías de práctica clínica), podremos advertir las innumerables ventajas que una adecuada oferta hostelera (servicio de bar, cafetería y restaurante) aportaría a nuestros ambulatorios. Sin más, y por no aburrir al lector, paso a enumerarlos:

1) En primer lugar están los ingresos económicos. Todos sabemos que muchos pacientes, después de las extracciones o de las consultas, acuden a cafeterías y bares situados estratégicamente junto a los ambulatorios a tomarse su café y su pintxo. Si este gasto se llevara a cabo en el propio centro, se obtendrían unos recursos que podrían destinarse a las necesidades de los centros, y de este modo, revertir en una mejor atención a los propios pacientes.

La gestión del servicio hostelero podría ser directa, contratando o subcontratando a los trabajadores (o incluso ofreciendo la actividad a los propios trabajadores del centro, pagándolo como horas extras). Podría arrendarse a terceras personas (como se hace con algunos batzokis), o incluso crearse una franquicia, al estilo de los Gambrinus y pubs “irlandeses” tan de moda, una especie de “kafekidetzas”, “kafegunes” u “osagunes” que podrían extenderse por todo el país.

En este sentido, las posibilidades son infinitas. ¿Porqué no una especie de lotería o sorteo como las que se venden en los bares? Si se sortea la vivienda (un derecho humano y constitucional), ¿no podría con idéntico espíritu sortearse, por ejemplo, el acceso preferente a la atención especializada? Sería una fuente de ingresos añadida.

O bien servicios de spa, noche de DJ en los PACs las noches de los viernes y sábados, baile para jubilados, etc.

O por ejemplo, incluir en el complejo hostelero una farmacia y parafarmacia, eso sí, únicamente con medicamentes genéricos incluidos en las guías de Osakidetza y con el visto bueno del INFAC.
Con una demanda en aumento que satisfacer y un gasto sanitario que crece de forma exponencial, los ingresos que aportaría esta oferta hostelera indudablemente ayudarían a sostener nuestro sistema sanitario.

2) En segundo lugar, la mejora en el control de los enfermos crónicos y del sujeto sano. El restaurante podría ayudarnos a llevar un control más adecuado de las dietas de nuestros pacientes con factores de riesgo cardiovascular, por ejemplo. Imaginad menús para diabéticos, hipertensos, dietas individualizadas… Una oferta amplia e interesante podría atraer al sujeto sano, incluso a aquellos que jamás vienen al médico, lo que nos permitiría intervenir sobre prácticamente toda la población y mejorar nuestros objetivos respecto a la oferta preferente.

3) Promovería el asociacionismo y las relaciones interpersonales evitando la soledad y el aislamiento de nuestros pacientes, especialmente de los más frecuentadores. En el caso de los profesionales, nos evitaría tener que salir del centro para tomarnos el café.

4) Es adecuada a nuestra realidad socio-cultural, ayudando a preservar nuestra identidad como vascos y vascas.

5) Promueve la centralidad del Servicio Vasco de Salud-Osakidetza en la sociedad vasca, como eje vertebrador del país. Con una oferta hostelera y de servicios amplia, los pacientes y sus familiares podrían llegar a pasar el día en el ambulatorio (de hecho algunos ya lo hacen), sin estar estigmatizados por ello.


En fin, las posibilidades son infinitas y seguro que cada uno de nosotros tiene muchas ideas interesantes que aportar. La idea es hacer una especie de BRAINSTORMING entre los compañeros de los diferentes centros, para hacer posteriormente una propuesta seria y concreta.

Os animo a participar

Un saludo


Hemos de pensar, que parece la nueva entrada de personal a Osakidetza a liberado de carga de trabajo a los demás profesionales y pueden dedicar algo de su tiempo a referescar su mente.

Buen finde , como se dice ahora

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